Dentro de un único silencio, hay muchos silencios:
El silencio egoísta que no escucha.
El silencio del orgullo que desprecia.
El silencio de gesto displicente que hiere la autoestima.
El silencio cobarde ante la injusticia y que mira a otro lado.
El silencio del miedo ante el diferente a quien combate.
El silencio para castigar la ofensa, negando la palabra.
El silencio de la envidia, para negar el mérito del otro.
El silencio de aquiescencia adulador.
El silencio ante el corrupto al que venera.
El silencio ante el necesitado al que no ayuda...
Son silencios perversos que matan la palabra
El silencio ante el dolor y que acompaña.
El silencio ante la ofensa y que perdona.
El silencio que escucha atento al otro y le comprende.
El silencio que admira la obra del artista.
El silencio ante el amor, cuando se siente.
El silencio ante el diferente, al que acoge.
El silencio ante la vastedad del mar que nos arrulla.
El silencio ante la nieve silenciosa.
El silencio ante la magia del hayedo.
El silencio ante la grandiosidad de la montaña.
El silencio ante los miles de estrellas de la noche...
El silencio para escuchar a Dios que así nos habla.